Relatos de un Velador de Panteón
"Desde niño siempre me han gustado las historias de terror. A veces escuchaba las historias extrañas que ocurrían en el cementerio donde trabajaba de velador mi abuelo y donde ahora yo velo", recuerda.
"Mi abuelo se las decía a mi abuela y ella a mis papás, ya que vivíamos en la misma casa; en ese entonces yo tenía 12 años de edad (actualmente tengo 45) y recuerdo muy bien lo que ahí pasaba”, dijo.
"Una de las historias que más me impactaron fue cuando mi abuelo contó que en una ocasión enterraron a un 'nene' (bebé), como de dos años de edad; por desgracia lo descuidaron sus papás y se cayó a una piscina, y durante el entierro ambos no paraban de llorar ante la tragedia ya que se sentían culpables, pues por varias semanas ellos venían a diario al panteón y se quedaban hasta diez horas llorando y hablándole al pequeño en su tumba", explica el actual velador del panteón. "Pero lo raro vino poco después, ya que cuando le tocaba a mi abuelo quedarse tarde veía al papá del nene junto a la tumba y, como ya tenía que cerrar, cuando se acercaba a decirle empezaba a caminar hasta el fondo del panteón entre las tumbas hasta perderlo de vista", comentó.
"Esto pasó por dos semanas más o menos siempre por las noches, hasta que un día vio que llegó la esposa, y cuando estaba junto a la tumba de su hijo, el velador (mi abuelo) se acercó para comentarle que su marido iba por las noches, a lo que la mujer sorprendida le dijo que eso no podía ser posible, ya que dos semanas antes su marido, por el dolor de perder a su hijo, se había suicidado y lo habían enterrado en su natal Campeche".
“Mi abuelo nos cuenta que eso lo impactó mucho, ya que no cree que la señora le hubiera mentido en algo tan serio, por lo tanto a quien veía por las tardes y noches era al alma en pena del papá del niño que lo venía a visitar”, explica
"Desde niño siempre me han gustado las historias de terror. A veces escuchaba las historias extrañas que ocurrían en el cementerio donde trabajaba de velador mi abuelo y donde ahora yo velo", recuerda.
"Mi abuelo se las decía a mi abuela y ella a mis papás, ya que vivíamos en la misma casa; en ese entonces yo tenía 12 años de edad (actualmente tengo 45) y recuerdo muy bien lo que ahí pasaba”, dijo.
"Una de las historias que más me impactaron fue cuando mi abuelo contó que en una ocasión enterraron a un 'nene' (bebé), como de dos años de edad; por desgracia lo descuidaron sus papás y se cayó a una piscina, y durante el entierro ambos no paraban de llorar ante la tragedia ya que se sentían culpables, pues por varias semanas ellos venían a diario al panteón y se quedaban hasta diez horas llorando y hablándole al pequeño en su tumba", explica el actual velador del panteón. "Pero lo raro vino poco después, ya que cuando le tocaba a mi abuelo quedarse tarde veía al papá del nene junto a la tumba y, como ya tenía que cerrar, cuando se acercaba a decirle empezaba a caminar hasta el fondo del panteón entre las tumbas hasta perderlo de vista", comentó.
"Esto pasó por dos semanas más o menos siempre por las noches, hasta que un día vio que llegó la esposa, y cuando estaba junto a la tumba de su hijo, el velador (mi abuelo) se acercó para comentarle que su marido iba por las noches, a lo que la mujer sorprendida le dijo que eso no podía ser posible, ya que dos semanas antes su marido, por el dolor de perder a su hijo, se había suicidado y lo habían enterrado en su natal Campeche".
“Mi abuelo nos cuenta que eso lo impactó mucho, ya que no cree que la señora le hubiera mentido en algo tan serio, por lo tanto a quien veía por las tardes y noches era al alma en pena del papá del niño que lo venía a visitar”, explica
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